En 2008 el filósofo francés Alain Badiou publicó en el New Left Review un ensayo titulado “La hipótesis comunista”. El autor escribió el texto en momentos de desconcierto y desorientación depresiva de la izquierda francesa luego del triunfo electoral de Sarkozy en 2007. Fue, digamos, una situación similar a lo que sería para la izquierda peruana un eventual triunfo de Keiko Fujimori en el 2016: empezando como favorita y ganando cómoda sin que un proyecto alternativo y emancipador asome seriamente durante la campaña.  

La “hipótesis comunista” hace un planteamiento genérico: todas las personas son iguales y la lógica de clase, de subordinación fundamental del trabajo a una clase dominante, no es inevitable sino que puede ser superada. En tanto idea, no representa un programa, sino un impulso por el cambio, con diferentes expresiones, etapas y modalidades cambiantes a través de la historia.

A ocho meses de las elecciones, no está claro en el Perú si habrá una “hipótesis comunista” (entendida así, en el sentido amplio) que sea electoralmente viable. Todo parecería indicar que luego del aborto de La Gran Transformación y las divisiones crónicas y novedosas (alrededor del extractivismo por ejemplo), la izquierda hoy no tiene mayor opción.

En el Perú de hoy, con sus injusticias estructurales y arbitrariedades sistemáticas, ¿es esperable una elección presidencial sin perspectivas serias de cambio radical? Yo pienso que no. Al contrario, pienso que la “hipótesis comunista”, “radicalismo”, o como quiera llamársele asomará con fuerza. Más aun cuando en tiempos de enfriamiento económico hasta el candidato más impensado busca definirse como socialista. Lo lamentable sería que, otra vez, la izquierda no sea capaz de organizarse y algún oportunista capitalice la voluntad de cambio. En ese caso, la izquierda entrará en un nuevo ciclo de desconcierto y desorientación depresiva. Y no faltará algún Badiou local que escriba un sesudo análisis del fracaso.

*Columna publicada en esahora.pe el 3 de agosto de 2015