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foto: eddy ramos / andina

No es odio, es amor propio

Publicado: 2018-01-02

En los últimos días, diversos actores políticos desde PPK hasta los fujitrolls de redes sociales, pasando por personajes como Mercedes Aráoz y Héctor Becerril, han llamado a la “reconciliación” y a “evitar el odio” tras el indulto a Alberto Fujimori. Es una narrativa coordinada, con un guion bastante sencillo: hay que voltear la página y trabajar por el bien del país sin dejarnos cegar por emociones negativas e irracionales que generan ruido político y traban el crecimiento económico. Además, Fujimori está viejo y enfermo, hizo un buen gobierno y ya estuvo preso largos años. De forma alarmante, en los casos más extremos el discurso termina con descalificar a los críticos tildándolos de resentidos y “pro-terrucos”.  

Pues bien, yo solo quiero comentar al respecto tres cosas. Primero, que el repudio al indulto a Fujimori no es un tema de odio sino de justicia y dignidad elementales. Los crímenes de Fujimori no están en discusión: la corrupción y las violaciones a los derechos humanos están debidamente documentadas y probadas. La sentencia representa un triunfo de la justicia peruana y una fuente de reconocimiento internacional. Es pues un símbolo contra la impunidad, que tomó muchísimos años de trabajo jurídico concretar. Y frente a los destapes actuales de corrupción generalizada, lo último que necesita el país es impunidad de los políticos.

Segundo, el indulto se dio de la peor forma. A estas alturas es clarísimo que PPK negoció el indulto por su sobrevivencia política. La prisión de Fujimori es quizás el tema de interés público más sensible de las últimas décadas. El caso toca fibras históricas que fueron maltratadas en Nochebuena, con una justificación contradictoria que parecía filmada por el presidente desde la clandestinidad. Si lo que se quiere es la reconciliación, esta tiene que darse con principios de justicia, verdad y a través de un proceso serio y transparente. Ningún peruano, incluyendo los simpatizantes fujimoristas, se merecía esta payasada.

Por último, esta tendencia descalificadora es de una bajeza olímpica que solo refleja la torpeza de la maniobra. ¿Cómo es posible que hagan algo tan ofensivo y señalen que quienes se oponen están movidos por el odio? Va para la antología del #niunamenos político: solo falta agregar que las víctimas tienen la culpa. En realidad ya hay algo de esto al tildar a quienes se movilizan como revoltosos, jóvenes inexperimentados o… pro-terrucos.

A estas alturas, es evidente que el indulto no fue humanitario sino político y por lo tanto es nulo. ¿Qué se hace frente a una mentira tan grande y descarada? Pues se rechaza: por dignidad, por principio de justicia y por respeto al país. La lucha contra la impunidad no es odio, es amor propio. Nos vemos el 11 de enero.


Escrito por

Juan Luis Dammert B.

Ph.D en Geografía (Clark University, Massachusetts) y Licenciado en Sociología por la PUCP.


Publicado en

Ecología Política

Todos los proyectos ecológicos son simultáneamente proyectos político-económicos, y viceversa. David Harvey.