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La justicia peruana en manos de sociópatas

Publicado: 2018-07-10

La revelación de que los jueces y vocales de alto nivel en el Perú están involucrados en prácticas inmorales y corruptas no debería ser novedad. El Poder Judicial tiene una credibilidad bajísima y es harto conocida su propensión por el enjuague y la arbitrariedad. Sin embargo, los audios escuchados hasta ahora son de contenido tan grotesco que han generado una indignación generalizada que va en aumento con el silencio cómplice de muchos políticos y sus intentos torpes por desacreditar las evidencias con el argumento de que tendrían origen en un chuponeo ilegal. Hay en estos momentos una incertidumbre extendida, no solo porque no se sabe qué otros audios serán difundidos, sino también porque no está claro cuál será la reacción de la ciudadanía frente a esta enésima constatación de que la administración pública está profunda y crónicamente podrida.  

Una tarea urgente es entender la dimensión del problema. Con esto no me refiero a la investigación periodística y judicial que tendrá que ocurrir necesariamente, sino al significado político y social de estos destapes. Está bastante claro que la corrupción en el Perú es extendida, es decir, que no se trata de casos aislados. Está claro también que esta tiene raíces históricas. Hace poco leía los primeros capítulos de la Historia de la Corrupción en el Perú de Alfonso Quiroz y la situación reseñada era embrionaria pero básicamente igual de lo que vemos ahora: justicia prostituida, compra de puestos, administración en beneficio de minorías a costa del interés público, mafias enquistadas en los servicios públicos, etc. Entre la corrupción colonial y la situación descrita hace pocas semanas por Fernando Cillóniz en Ica y lo visto estos días existe una continuidad alarmante, con episodios notables de los últimos años como los vladivideos y el caso Lava Jato. Es pues un problema estructural, que puede explicarse desde diversos ángulos.

En los sucesos de estos últimos días, algo que me llamó poderosamente la atención es la defensa que han ensayado los involucrados en los audios y sus defensores para justificar, explicar o minimizar las evidencias de la podredumbre revelada. Los fujimoristas –sospechosamente callados conforme avanza la coyuntura– reaccionaron desacreditando la validez de los audios porque venían de IDL-Reporteros. Lo mismo Alan García y también el juez Hinostroza, todos preocupados por el hecho de que se estarían violando principios constitucionales al grabar a jueces y consejeros. Luego escuchamos las explicaciones de Hinostroza en el programa de Juliana Oxenford. Aquí el juez ensaya argumentos como decir que, al momento de preguntar si la niña violada había sido desflorada y si querían rebaja o anulación de la condena, se refería en realidad a indagar qué era lo que estaba pidiendo la defensa para revisar el expediente con mayor conocimiento de causa. Luego afirmó impávido que no debe dar un paso al costado porque no ha cometido ninguna falta y en los audios no hay contenido penal. Remató, eso sí, insistiendo en que está de acuerdo con la lucha frontal contra la violencia contra la mujer.

El descaro es tan grande que empiezo a sospechar que hay rasgos psicológicos comunes en los personajes corruptos del Perú. En particular, comportamientos sociópatas. Un sociópata es, en términos sencillos, alguien que no tiene remordimiento ni culpas. Para ellos, los mandatos morales que permiten la vida social son parte de los cálculos que utilizan para conseguir determinados objetivos. La moralidad es una teoría que uno aprende y sigue, no algo con lo que uno se identifica substantivamente. Así, cometer un acto inmoral se convierte en un problema solo si este es descubierto y trae consecuencias; no es un problema en sí mismo. Y de darse el caso de verse descubierto, se buscan maneras de minimizar el problema o salir de este con nuevas mentiras: no hay validez procesal de la prueba, no hay nada ilegal, no dijo lo que todos escuchamos que dijo. El remordimiento o la culpa sincera no son parte de la ecuación, no existen en el cálculo.

La indignación que todo esto ha generado da una luz de esperanza de que no todo está perdido: la mayoría de las personas no pueden ser así. Sin embargo, es preocupante lo extendido de este tipo de comportamiento y el inmenso poder que tienen este tipo de prácticas en el Perú. Los audios son, necesariamente, la punta del iceberg de un sistema judicial y de administración pública que sabemos podrido. Pero en realidad no sabemos los grados de penetración de la corrupción ni los alcances de la putrefacción. Es improbable que los comportamientos que vemos en varias autoridades se limiten a estas: están bastante extendidos en el tejido social. ¿Vivimos en una sociedad dominada por comportamientos sociópatas? Quiero pensar que una amplia movilización ciudadana y los resultados que salgan de esta nos den pistas esperanzadoras para responder esta pregunta.


Escrito por

Juan Luis Dammert B.

Ph.D en Geografía (Clark University, Massachusetts) y Licenciado en Sociología por la PUCP.


Publicado en

Ecología Política

Todos los proyectos ecológicos son simultáneamente proyectos político-económicos, y viceversa. David Harvey.