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foto: efe

“Yo conozco a Salvador y es un tipazo”

Publicado: 2019-03-11

En primer lugar quiero aclarar que el título de la columna es una provocación: no tengo el gusto de conocer a Salvador del Solar. Escogí el título porque me ha sorprendido la facilidad con la que muchas personas del espectáculo, la política, la prensa y las redes no solo han saludado la designación de su amigo (lo cual es entendible) sino que lo defienden a capa y espada y le auguran el mejor de los éxitos, basándose exclusivamente en sus cualidades personales –que no pretendo discutir. Es decir, consideran que tendrá éxito sin hacer un mínimo análisis político de las perspectivas que trae esta designación en la coyuntura actual del país.  

Como se ha dicho muchas veces, el cargo de Primer Ministro implica ser una suerte de pararrayos del ruido político. El último fin de semana Carlos Meléndez decía en RPP que esta función ya no la cumplía César Villanueva y quien recibía directamente los ataques era el propio presidente. En ese sentido se necesitaba un cambio. Y en esa lógica, la designación de Del Solar efectivamente tiene sentido: es una persona conocida, carismática, buen comunicador y –quizás lo más importante– con buena relación con sectores de la prensa, sobre todo con algunos periodistas percibidos como progresistas. Le viene bien a la imagen del gobierno tener una persona con llegada a los medios y capacidad de comunicación efectiva.

Por otro lado, Del Solar tiene un proyecto político propio. No sé qué tan avanzado está este proyecto, pero es un hecho que existe. Hay personajes del mundo liberal, sobre todo en Lima, que ven una proyección interesante en su carrera política. Entonces, posiblemente su designación sea un guiño político a estos sectores; llamémosle un guiño al establishment liberal progresista. Una apuesta quizás más limeña que la que había con César Villanueva –la relación política con las regiones que este mantenía será un vacío por llenar– pero que reforzaría los lazos con, por ejemplo, la Bancada Liberal. Y, en principio, el sector empresarial ve su designación con simpatía.

Dicho esto, hay dos dudas sobre el eventual éxito político de Del Solar en este cargo. En primer lugar, su capacidad de gestión para dirigir la política pública del país. En las entrevistas televisivas y en las redes sociales, su éxito está casi garantizado. Pero en la planificación programática, ejecución de presupuestos, negociación intersectorial, su éxito está por verse. Esto dependerá mucho de su capacidad de liderazgo dentro del gabinete, de cómo se asesore y delegue en términos de gestión y de su capacidad de trabajo para navegar la burocracia estatal. Acá la experiencia al frente del MINCUL ayuda, pero el actual es un reto más complejo.

El otro tema es hasta qué punto tendrá los suficientes reflejos y peso propio para enfrentar adversarios políticos, mafias y lobbies. Son tres cosas diferentes, aunque interrelacionadas. Los adversarios políticos son principalmente los que se arrastran de la crispación con el Apra y el fujimorismo, sobre todo alrededor del caso Lava Jato y la vacancia de PPK. La pelea contra las mafias es más amplia y tiene que ver con imponer el principio de autoridad (en La Victoria, en La Pampa, en las quebradas negociadas por traficantes de terrenos, etc.) y avanzar la agenda de institucionalización y formalización del país. Los lobbies son a veces más discretos pero no por eso menos peligrosos: el lobby para controlar las decisiones sobre los hidrocarburos y capturar la renta petrolera, las presiones para evitar reformas tributarias adversas a los intereses corporativos, las presiones por leyes laborales a la medida del sector privado, los intereses por construir megaproyectos sin sentido. Es decir, la pelea eterna a favor del interés público y en contra de los intereses particulares a costa del Estado. En la mayoría de casos, la línea entre ambos bandos se vuelve difusa.

Del Solar tendrá que definir una orientación política. Es una oportunidad para su perfilamiento como futuro candidato presidencial, pero también un gran riesgo. Si nos basamos en sus antecedentes de servicio público, el futuro no es particularmente auspicioso. El único referente político serio que tenemos es su gestión como ministro de cultura. Y ahí hay hechos saltantes, todos abiertos a interpretación: el escándalo del LUM (en el que cedió a presiones fujimoristas) y su salida tardía luego de que PPK indultara a Alberto Fujimori. Digamos que sus antecedentes principistas visibles no son muy sólidos. Con los reflectores encima, hay límites para los comportamientos acomodaticios, aunque sabemos que en un cargo político como la PCM no se puede ser inflexible.

Cuando expresé mis dudas por la designación de Del Solar en redes sociales las reacciones fueron principalmente de respaldo al nuevo premier y crítica a mi “pesimismo”. Yo no le deseo una mala gestión (al contrario!) ni avizoro un desastre: lo que veo es que hay muchos elementos que generan incertidumbre y habrá que ver cómo aterrizan. Y estos se tienen que analizar y discutir. No es una cuestión de cualidades personales: honestidad, inteligencia, buena comunicación, que no son garantía de éxito en uno de los cargos más políticos que hay en el país. El manejo político y eficiencia en la gestión estatal serán claves, y están por verse. Para ser un buen premier no basta con ser un tipazo.


Escrito por

Juan Luis Dammert B.

Ph.D en Geografía (Clark University, Massachusetts) y Licenciado en Sociología por la PUCP.


Publicado en

Ecología Política

Todos los proyectos ecológicos son simultáneamente proyectos político-económicos, y viceversa. David Harvey.